Hola a todos, Paz y Bien:
¿Sabéis qué son los telómeros? ¿Sabíais que son un indicador del proceso de envejecimiento? Muchos de vosotros seguro que ya conocíais el término. A mí me sonaba, pero no recordaba bien qué eran. Esta mañana, en una reunión, ha salido en varias ocasiones esta palabra y, aunque someramente se ha explicado qué son y para qué sirven, me ha picado la curiosidad y he buscado un poco más.
Según el National Human Genome Research Institute (Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano), un telómero es: Una región de secuencias repetitivas de ADN en el extremo de un cromosoma. Los telómeros protegen los extremos de los cromosomas para evitar que se desgasten o enreden. Cada vez que una célula se divide, los telómeros se tornan ligeramente más cortos. Finalmente, se acortan tanto que la célula ya no puede dividirse correctamente, y la célula muere.
De ahí que sean indicadores del envejecimiento. Esta situación provoca que se acumulen células envejecidas y disfuncionales en los tejidos, se degrade el ADN y aumente el riesgo de enfermedades asociadas a la edad.
He seguido buscando y he encontrado una cita de Elizabeth Blackburn, Premio Nobel de Medicina 2009, que habla de ellos y me ha encantado:
“Cuando sentimos que importamos a los demás, nuestros telómeros, que son marcadores biológicos de la longevidad, se alargan. En otras palabras, el vínculo genuino con los demás no solo nos sana, sino que también nos ayuda a vivir más y mejor.”
Es fundamental sentir que importamos a los demás —si nos falta esto, aparece la soledad no deseada, la tristeza, la apatía, las enfermedades físicas y mentales—, y yo creo que, a la par, es esencial que la gente que tenemos cerca sepa, por nosotros, que nos importan, que son necesarios en nuestra vida.
Hay que esforzarse por crear nuevos vínculos afectivos y, sobre todo, mantener los que tenemos, porque, si los telómeros son indicadores de envejecimiento, está estudiado que las relaciones interpersonales influyen directamente en la longevidad de las personas; es decir, son un indicador de vida feliz y saludable.
Por suerte, a pesar de las redes sociales y los móviles, vivimos en un país donde se hace mucha vida en la calle, en las plazas, en los bares y en las terrazas acompañados de un café o una cerveza (en mi caso, Estrella Galicia). ¡No lo perdamos! Y si, además del café o la cerveza en compañía, somos capaces de transmitir a la otra persona el valor que nos supone tenerla en nuestra vida, entonces, como se suele decir: “lo hemos bordao”.
Tratar a la gente con cariño, con afecto, haciéndoles saber que son importantes en nuestras vidas, es un quid pro quo que nos beneficia a ambos. Deberíamos practicarlo más.
Dice el Dalái Lama: «Todas nuestras vidas empezaron con el afecto humano como primer soporte. Los niños que crecen envueltos en afecto sonríen más y son más amables y equilibrados.»
Pues eso… que me importáis.
Un fuerte abrazo… de los que alargan los telómeros,
Fernando
Odres Nuevos
