Hola a Todos, Paz y Bien
Han pasado muchos años desde mi último viaje a Mozambique, pero lo recuerdo como si fuera ayer. Su gente, sus ciudades, sus poblados, sus escritores, sus miradas y sus sonrisas… sobre todo sus miradas y sus sonrisas. Han pasado muchos años, pero vuelvo y vuelvo como me fui: con ilusión y ganas de ayudar a la gente de este gran país.
Salimos este viernes, día del Pilar, a poner en marcha el acuerdo de colaboración que desde la Obra Social Odres Nuevos hemos firmado con la Fundação Encontro, en la que trabaja Maru Cornejo (SSCC), para el PROYECTO COVS (crianças órfãs vulneráveis) – niños y niñas huérfanos vulnerables.
Además de este proyecto de niñas y niños huérfanos hablando estos días con Maru, para ultimar los detalles del viaje, me ha informado que también tienen proyectos con personas mayores, que es nuestro campo de actuación principal; así que, como os comentaba, regreso a Mozambique muy ilusionado, con ganas de conocer todos estos proyectos y de ver de qué manera podemos colaborar y aportar nuestro granito de arena.
Me vienen a la mente las palabras de Santa Teresa de Calcuta: «No importa lo que hacemos, sino cuánto amor ponemos al hacerlo.» No sé si haremos mucho o poco en este regreso a Mozambique, pero lo que tengo seguro es que, hagamos lo que hagamos, lo haremos con mucho cariño.
Como os comentaba antes, me encantan los escritores de Mozambique, en especial Mia Couto, que me parece un grandísimo escritor. Así que quiero acabar esta entrada con un pequeño cuento suyo que se titula “Lenguas que no sabemos que sabíamos“. El título ya engancha, ¿verdad?
Este cuento lo cita Mia Couto en una Conferencia sobre Literatura que impartió en Estocolmo. Es curioso, ya que, como el mismo autor indica, éste es un cuento que nunca llegó a publicar; así que gracias a la conferencia y de forma indirecta el cuento ha llegado hasta nosotros y yo me alegro de ello, porque tanto el cuento como la reflexión final de Mia Couto me encantan.
Aquí os lo dejo para que también vosotros lo disfrutéis… con una pregunta: ¿Qué lenguas piensas que no conoces?
Lenguas que no sabemos que sabíamos
Una mujer, en fase terminal de enfermedad, le pide al marido que le cuente una historia para apaciguar sus dolores. Nada más iniciar la narración la mujer hace parar al marido:
– No, así no. Yo quiero que me hables en una lengua desconocida.
– ¿Desconocida? Pregunta el marido.
– Sí, una lengua que no exista, pues yo necesito tanto de no comprender nada…
El marido se preguntaba: ¿cómo se puede saber hablar en una lengua que no existe? Y pensativo comenzó a balbucear unas palabras extrañas y sin sentido.
El marido siguió hablando en ese idioma sin reglas y, al poco tiempo, ya no sabía si hablaba, cantaba o rezaba.
Al parar un momento pudo comprobar que su mujer estaba dormida y que en su rostro aparecía la más tranquila de las sonrisas.
Más tarde ella le confesó:
– Aquellos murmullos me trajeron recuerdos de antes de tener memoria. Me dieron la tranquilidad de ese mismo sueño que nos une a lo que había antes de estar vivos.
Fuera ya del cuento, continuando con la conferencia, Mía Couto comenta lo siguiente:
“En nuestra infancia, todos experimentamos este primer idioma, el idioma del Caos. Todos vivimos el momento divino en que nuestra vida podría ser todas las vidas y el mundo aún esperaba por un destino. James Joyce llamaba a esto la -Caosmología-.
Yo creo que todos nosotros, poetas y escritores, no dejamos nunca de perseguir ese Caos Original. Todos nosotros aspiramos regresar a esa condición en que estuvimos tan fuera de un idioma que todas las lenguas eran nuestras“.
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Me encanta este final: Regresar a esa condición en que estábamos tan fuera de todo: de un idioma, de un proyecto, de un camino… que todos los idiomas, todos los proyectos, todos los caminos eran nuestros.
Por favor, hablarme un ratito en esas lenguas desconocidas… quizá me duerma soñando en ese momento en que TODO ERA UNO y TODO ERA POSIBLE.
Un abrazo enorme… de los que se dan antes de partir,
Fer