Hola a Todos, Paz y Bien
Esta mañana camino del despacho he pasado, como todos los días, delante de una guardería, que hoy estaba totalmente decorada con telas de araña, calabazas y algún esqueleto colgando de la puerta de entrada. He llegado al bar donde desayuno habitualmente y los cuadros y azulejos de sus paredes estaban tapados por fantasmas, unas calaveras, telas de araña y algún cartel que ponía: “si vienes esta noche disfrazado de zombi te invitamos a un chupito”. Siguiendo mi camino, he pasado delante de otras tiendas y comercios: una panadería, un quiosco de prensa, una farmacia… todos decorados en torno a Halloween.
Es imposible aislarnos de Halloween y aislar a nuestros hijos, pues se ha convertido en un reclamo comercial y, como comentaba, hasta la panadería del barrio, a la que vamos todos los días a comprar la barra de pan, está decorada con esta temática; y si me pongo enfermo y, obligatoriamente, tengo que ir a comprar un medicamento, es muy posible que la persona que me atienda en la farmacia esté disfrazada con algún motivo de Halloween.
Para escapar de este día tendríamos que encerrarnos en casa, no salir a comprar, no ir al colegio, no ir a ningún centro comercial, no poner la tele ni la radio… ¿Podemos escapar de esta nueva moda? Sinceramente, creo que ya no, pero sí podemos poner sentido y reafirmar nuestra cultura, nuestras celebraciones y nuestras creencias.
Halloween juega con la muerte, se divierte con la muerte, con los muertos. La muerte es un juego, es divertida. La muerte vista desde Halloween, claro está; porque cuando llega la muerte de verdad, la muerte de un ser querido, de un amigo, de un familiar, de los abuelos… no sabemos qué hacer. Ya no es un juego. Ya no nos regalan chupitos y el muerto no se levanta a pedir caramelos. Algo nos choca. Esa no es la muerte que me gusta, no es divertida, es dolorosa y amarga.
Jugamos con la muerte y dejamos que nuestros hijos jueguen con la muerte, y luego no sabemos qué hacer cuando llega la muerte real, no sabemos cómo afrontarla y cómo explicársela a nuestros hijos, y así nos va: Duelos mal gestionados, aislamiento, depresiones, esconder la muerte, ritos despersonalizados…
Pues ahí tenemos el día de Todos los Santos, para explicar a nuestros hijos que la muerte no es el final y que nosotros, los cristianos, tenemos fe y esperanza en la vida eterna. Celebramos el día de los Santos festejando que disfrutan de la gloria de la inmortalidad.
Ahí tenemos los cementerios, tan alejados, escondidos y poco visitados; donde reposan los restos de nuestros familiares y donde podemos ir con nuestros hijos para recordarles y celebrar que estos familiares ya disfrutan de la vida eterna.
Ahí tenemos las bienaventuranzas, Evangelio del día de Todos los Santos, donde Jesús nos asegura que los que lloran, los que sufren, los que pasan hambre, los perseguidos… los que lo han pasado mal en esta vida (y esto no es un juego, ni es divertido), tienen una esperanza futura.
Dice el Papa Francisco que Todos estamos llamados a ser Santos y que cualquier forma de vida lleva a la santidad si se vive en comunión con el Señor y al servicio de los hermanos.
No podemos escapar de Halloween, es cierto, pero sí podemos reafirmar nuestra cultura, nuestras celebraciones, nuestras creencias y hacer vivas las Bienaventuranzas poniéndonos al servicio de los hermanos que sufren.
Un fuerte abrazo y feliz día de todos los santos,
Fer
#OdresNuevos #TodosLosSantos