Hola a Todos, Paz y Bien
Muy acertada e interpelante la viñeta de José María Nieto, de ayer domingo en ABC, en relación con la ley publicada en la Comunidad Autónoma de La Rioja, que prohíbe que las mascotas estén solas más de 48 horas y que obliga a sus dueños, entre otras cosas, a pasearlas 2 veces al día.
Se dice que la soledad es la enfermedad del siglo XXI y los expertos advierten que, si no se toman medidas, podría convertirse en una epidemia en el 2030.
Algo está fallando, algo no estamos haciendo bien, cuando una de cada tres personas se siente sola en esta sociedad de la hiperconexión y de las redes sociales. Cada vez estamos más conectados, pero menos comunicados. Como decía Zygmunt Bauman: “Somos solitarios en contacto permanente”.
Si esta soledad la llevamos al mundo de las personas mayores y, más concretamente, a los mayores de España, podemos decir que en España hay cerca de 2 millones de personas mayores que viven solas. El 72 % son mujeres y el 42% tienen más de 85 años y estos, según estudios de la SEGG (Sociedad Española de Geriatría y Gerontología), apenas reciben una visita al mes de alguien de su entorno social y en algunos casos no reciben ninguna visita.
Esta soledad, esta falta de visitas, de contacto directo, de roce vivo con el otro, no se contrarresta con las relaciones superficiales que mantenemos en las redes sociales. No, Internet no es remedio para esta soledad. Tenemos que buscar “relaciones de calidad”. En este sentido, el psicólogo Alfredo García Garate indica que: «Hay que rodearse de aquellos con los que puedas ser aceptado, reconocido y con intimidad suficiente para poder compartir tus sentimientos, ya sean buenos o malos».
Qué Importante lo de rodearte de gente con la suficiente intimidad como para poder compartir sentimientos tanto buenos como malos ¿verdad? En especial, tener un espacio de relación donde poder compartir los momentos malos, que también forman parte de nuestras vidas; ya que, en internet, en las redes sociales en general, vivimos, salvo contadas excepciones, en la burbuja de compartir solo momentos buenos, fachadas, máscaras… y esto no es real.
En el 2015 se hizo un estudio en Dinamarca a 1000 personas, en el que se quería medir las consecuencias del uso de una conocida red social en el día a día. El estudio dividió a los participantes en 2 grupos. Uno de ellos siguió usando la red social de manera normal en su vida diaria, y al otro se le indicó que no podría usarla durante el periodo de una semana.
Pasado este tiempo los resultados fueron que el grupo que había dejado de utilizar las redes sociales durante esa semana tenían niveles más altos de entusiasmo, goce, capacidad de concentración, vida social y felicidad. Por el contrario, los participantes del grupo que siguió utilizando las redes sociales mostraron mayores niveles de preocupación, tristeza, ira, estrés, depresión y sensación de soledad.
El estudio indicaba, como una de las causas de estas conclusiones, el hecho de que, salvo excepciones, todo lo que compartimos en las redes sociales es siempre bueno: “nos hace ver inteligentes, atractivos, afortunados, dichosos. Muchas personas, al ver tales derroches de bonanza en las vidas ajenas, tienden a sentirse mal por lo que les falta a las suyas. Y es algo que les pasa incluso a personas que, con sus propias publicaciones, generan en otros el mismo efecto”.
Pero sigamos con la soledad, que, además del daño directo que produce en la autoestima y en la identidad de la persona, es un factor de riesgo de la salud, entre otros, para la depresión, el alcoholismo, pensamientos suicidas, comportamientos agresivos, enfermedades cardiovasculares, la hipertensión y el alzhéimer. Así mismo, los estudios indican que las personas mayores que viven solas tienen una mayor probabilidad de muerte temprana.
La soledad también afecta a la salud social y, como indica la Dra. Sacramento Pinazo, de la SEGG: “Las personas que se sienten solas frecuentemente desarrollan mecanismos de defensa que hacen difícil crear nuevas conexiones con otros o profundizar en la existentes. Muchos optan por autoprotegerse o por rechazar las ocasiones de encuentros sociales que puedan exponerles a un rechazo social”.
Hay países, como Reino Unido, donde la soledad es ya un problema de Estado y, para abordarlo, han creado una Secretaría de Estado específica. El día de su presentación la Primera Ministra, Theresa May, indicaba lo siguiente: “Para demasiada gente, la soledad es la triste realidad de la vida moderna”.
Un estudio realizado en Reino Unido indicó que alrededor de 200.000 personas mayores no habían tenido ninguna conversación con un amigo o un pariente en más de un año. ¡Ninguna conversación con nadie cercano en más de un año!
Parece algo imposible ¿verdad? Algo que, de ocurrir, solo podría pasar en un país muy lejano al nuestro… pues no, ha sido en un país vecino, y si nos paramos a pensar ya no nos es extraño ver noticias de personas que mueren solas en nuestro país, en nuestras ciudades, en nuestros barrios, en nuestras comunidades… y que son descubiertas cuando los vecinos se alarman por el mal olor que proviene de sus viviendas. ¿Cómo puede alguien estar tan solo como para que su muerte no afecte al día a día de nadie?
Están muy bien las leyes que protegen a nuestras mascotas y están muy bien las redes sociales, pero algo tenemos que hacer para acercarnos a las personas que están en soledad (la soledad no deseada), en especial a las personas mayores que se encuentran y se sienten solas… Quizá una llamada a nuestros familiares mayores para ver qué tal están, quizá una visita a nuestros vecinos mayores para ver si necesitan algo (posiblemente lo que más necesiten es esa visita), quizá un voluntariado de acompañamiento o, quizá, simplemente, ser conscientes de que esta realidad de soledad no deseada existe… ese ya sería un buen punto de partida para comenzar a hacer algo.
¿Cuándo fue la última vez que llamaste o visitaste a ese familiar mayor que vive solo? ¿Cuándo fue la última vez que llamaste a la puerta de ese vecino mayor que vive solo?
Me quedo con la frase de Gustavo Adolfo Bécquer: “La soledad es muy hermosa… cuando se tiene alguien a quien decírselo”.
Un fuerte abrazo… de esos que tienes que estar para poder darlo,
Fer
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