Hola a todos, Paz y Bien.
Ayer celebramos el Día Mundial del Alzheimer, una enfermedad degenerativa de las células cerebrales —las neuronas—, de carácter progresivo y de origen aún desconocido, que ya ha sido diagnosticada en más de 1.200.000 personas en nuestro país. Esto me ha hecho pensar en la importancia de los cuidados a las personas que la padecen. Ya conocéis la máxima: “Cuando no sirve curar, siempre funciona cuidar.”
Unos cuidados que no deberían centrarse únicamente en los enfermos. El Alzheimer es una enfermedad compartida, que afecta a toda la familia. No se cuida solo a quien está enfermo: también se debería cuidar a quienes lo rodean, porque conviven con la pérdida, la incertidumbre y el desgaste diario.
Y qué importante es estar preparados para saber cuidar bien. El lema de Odres Nuevos es: “Profesionalidad y cariño.” Es indudable que el cariño es esencial en el cuidado, pero, por sí solo, no basta. Sin apoyo, sin formación, ese cariño puede tornarse en frustración y agotamiento, y esto, al final, puede convertirse en un mal cuidado.
Necesitamos comprender la enfermedad: saber cómo evoluciona, reconocer sus síntomas más habituales, aprender a tratar al enfermo y, sobre todo, aprender a cuidarse uno mismo cuando se es cuidador.
Para cuidar bien, el cariño necesita ir acompañado de conocimiento, de saber. Y ese conocimiento marca la diferencia cuando se pone al servicio de los demás con profesionalidad.
Conocimiento, cariño y profesionalidad: los tres pilares imprescindibles para acompañar el Alzheimer. Porque esta enfermedad no solo borra recuerdos, también desdibuja a la persona que conocíamos. Y sin esa combinación —cabeza, corazón y criterio— corremos el riesgo de juzgar lo que deberíamos comprender: no son manías ni caprichos, sino manifestaciones de una enfermedad que aún no entendemos del todo. Aunque, parafraseando a san Pablo en la Primera Carta a los Corintios, de las tres la más importante es el Amor… el cariño, el corazón.
Un fuerte abrazo… de los que cuidan,
Fernando
Odres Nuevos



