Hola a todos, Paz y Bien.
Ya sabéis que soy de los que necesitan un libro físico para leer. Necesito sentir la textura, el peso y el acto de pasar las hojas mientras avanzo.
Siempre que voy a leer, cojo el libro que me interesa en ese momento y un lápiz —casi siempre un portaminas—. Me gusta subrayar y hacer anotaciones en los márgenes. A veces recupero alguno de los libros que leí hace años y reviso, únicamente, lo que en su momento destaqué y las notas que hice en los laterales. Es interesante ver cómo evolucionamos. Textos que subrayé como muy importantes, hoy los releo sin que me digan gran cosa. Otros, en cambio, mantienen intacta la fuerza que me transmitieron en la primera lectura.
¿Y por qué esta reflexión sobre los libros? Porque hoy me ha llegado un pequeño artículo en el que un neurólogo explica los beneficios de leer en papel frente a hacerlo en un dispositivo electrónico. Entre otros —y muy relevante, ya que muchas veces leemos antes de dormir—, destaca que mejora la calidad del sueño.
Pero me voy a centrar en uno muy curioso, en el que, sinceramente, no había reparado y que me ha encantado porque creo que es totalmente cierto: “la gente respeta el espacio de las personas que están leyendo un libro físico”. Es decir, respetan ese momento de concentración del lector y no suelen irrumpir en su espacio. ¿Qué os parece? Yo diría que es real como la vida misma.
Un ejemplo me ha ocurrido esta misma mañana mientras esperaba mi turno en el dentista. Estaba en la sala de espera, consciente del retraso habitual de unos 10 o 15 minutos sobre la hora marcada. Además, hoy había llegado un poco antes de la cita, así que aproveché para seguir con el libro que estoy leyendo en estos momentos: Planeta solitario, de Ana Flecha Marco.
Al cabo de un rato, entró en la sala una familia con dos niños pequeños. Los padres, al verme, tuvieron la delicadeza de sentarse algo más alejados de donde yo me encontraba. Incluso, en varias ocasiones, les pidieron a los niños —mientras me señalaban discretamente con la mirada— que no gritaran, que estaban molestando. Imagino que se dieron cuenta de que estaba concentrado en la lectura. Quizá, si en lugar de leer hubiese estado con el móvil navegando por redes sociales, no habrían hecho esa pequeña advertencia a sus hijos.
A partir de ahora intentaré ser más consciente de si la gente respeta ese momento cuando estoy leyendo. Ya os contaré.
Para acabar, también con libros, os dejo con una cita de Borges que me gusta mucho:
De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro.
Los demás son extensiones de su cuerpo.
El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz;
luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo.
Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación.— Jorge Luis Borges
Un fuerte abrazo… de los que se sienten más de manera física,
Fernando
Odres Nuevos




















